Es curioso como cuando cambias de lugar echas de menos las cosas más raras. Es un tema al que vuelvo una y otra vez, y sobre el que interrogo a todos los que viven en un lugar distinto a donde crecieron. ¿Qué echas de menos? A veces son platos de casa, que cocina otra persona. Un poco de esa morriña la tenemos todo: ese dulce de la abuela, ese plato de papá. Pero cuando ya de adulto te trasladas a miles de kilómetros de donde te criaste, ¿qué te traes en la maleta de vuelta?
Mi experiencia como italiana en España no es la misma, evidentemente, de Belén Montalvo aka Aló Miami en Chattanooga – Estados Unidos y Canadá están muy lejos en todos los sentidos. Dentro de Europa, y más aún siendo italiana (ya sabéis, nos vendemos muy bien y nuestros productos molan mucho), tengo suerte. Aunque no sean de la mejor calidad, y más caros que allá, encuentro Parmigiano, pasta, y con España compartimos mucha huerta. Mi cocina se ha adaptado y puedo hacer cocina italiana con producto español en el 85 % de los casos. Echo de menos algunos quesos frescos, algunos embutidos -pero realmente muchos de ellos serían difíciles de encontrar incluso dentro de Italia: en Pordenone no se encontra(ba)n puntarelle hasta hace poco, en Roma no hay la lechuga de corte de Pordenone y así por miles de productos frescos.
Llego al punto, llego.
Nunca habría imaginado que echaría de menos los amaretti. Hablo de ellos mucho más de lo que es razonable. Los italianos no están ahí dándole a los amaretti día sí y otro también. Están ahí, en el lineal del supermercado, de perfil bajo. El problema es que el día que los necesitas (para hacer un Bonet por ejemplo) no hay forma de sustituirlos. Estos no son los amaretti blandos, de pastelería. Hablo de los amaretti secos, duros, pequeños. Los que venían en las cajas mixtas de galletas y quedaban últimos. Sin embargo… aquí estoy, italiana en España, haciendo acopio de amaretti cuando los trae Lidl (a veces están a veces no). Se conservan mucho tiempo, incluso una vez abierta la confección. Son pequeños, como para tomarlo con un café en vez de una chocolatina. ¿Más usos? Desmigados en un yogur, encima de unas natillas, sobre un helado, o una pannacotta…
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