Pedro «Pedrito» Sánchez es una chaladura como cualquier otra: «¿A que monto mi restaurante en un local enano, cocino en una cocina doméstica, doy solo 8 servicios por comida y soy feliz?».
No sé si eso es lo que se dijo Pedro (que eligió un momento maravilloso de la historia de España para tener ese nombre y ese apellido) pero me gusta pensar que la cosa fue más o menos así.
Segunda vez en Bagá, la primera fue al mediodía en noviembre de 2018, un poco a la carrera porque teníamos que cenar en Cuenca. Esta vez, más tranquilos, cenando en compañía en ocasión de Andalucía Come Cultura. Y si ya me había gustado hace cinco años, esta vez fue aún mejor. No sé a qué se parece, a nada de lo que yo conozco. La crítica gastronómica se la dejo a Jorge -yo solo puedo deciros que es bonito sentarse ahí. Que pocas veces una remolacha asada en algas fue un bocado más delicioso. Que esa alga nori á la meunière -con mantequilla, alcaparras, limón- no te hace echar en falta a ningún lenguado. Que la flor de calabacín puede quedarse así, sencilla, cocinada en agua de tomate, y aplaudes con las orejas.
Que la única carne fue una micro porción de lomo, ¿untado? con vainilla, y no hace falta más, de veras. Un menú casi todo vegetal, de sabores delicados y complejos. Como uno de los postres, (última foto), coco y huevo, que sí, es un postre y sí, aun recuerdo el sabor. Porque Jaén me pilla lejos, pero si estáis ahí, o cerca, y podéis dedicarle un par de horas, reservad en Bagá.
BAGÁ
Calle Reja de la Capilla, 3
Jaén
@bagajaen
cierra domingos noches y lunes
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