Decía antes de las sinergias de Cangas de Narcea: si vas a Manin, vas al Bar Blanco.
En mi caso fui a Manin, comí en el Blanco y después tomé helado en Le Llamber. Es trabajo, y a veces hay que hacer estos sacrificios. No bromeo: tomar helado después de haber comido en cualquier sitio asturiano es deporte de riesgo, pero era el único momento en el que podía tomar ese helado, y tenía que hacerlo.
¿Sabes cuando todos te recomiendan un sitio? Para mí es como la Lello de Oporto, el elevador de Santa Justa de Lisboa, las góndolas de Venecia -vale, las góndolas no son lo mismo, son peor. Pero así de entrada a mí me da un noséqué que podríamos resumir en Nannimorettismo: «Incluso en una sociedad más decente de esta, yo me reconoceré siempre con una minoría de personas. Yo creo en las personas, pero no creo en la mayoría de las personas. Siempre me encontraré más cómodo y a gusto con una minoría». Vale, esto no aplica del todo a la cocina, pero ya entiendes por donde van los tiros. No es que tuviera las expectativas bajas, al revés: tenía miedo a que fueran demasiado altas.
Te spoilero el final, porque se me da mal construir el suspense: salí feliz. Todo sabroso, pero sin cargar demasiado los tonos (solo un poquito de salado de más en algunos platos como el guiso de morro que acompañaba el bacalao, pero en casa comemos con muy poca sal). Cuando digo cargar los tonos me refiero a recurrir a salsas demasiado potentes que cubren, enmascaran, quedan ricas pero poco finas.
Los boletus por ejemplo, eran suaves y sabrosos (es tener las dos cosas a la vez que es difícil), y mira, ni una micra de trufa, por la sencilla razón de que aún no es temporada.
Todos los platos tenían un punto fresco o ácido o crujiente -algo que aligera y los hace (aún) más apetecibles, como la piparra con el bacalao y guiso de morros, el escabeche de la raya o las verduritas encurtidas crujientes que acompañaban la lengua. Qué rica la lengua.
Los callos del final (con sus patatines fritas) fueron un extra innecesario y delicioso a la vez. Es que a ver, te dicen ¿queréis probar nuestros callos? y tú qué haces, ¿le dices que no?
BAR BLANCO
C. Mayor, 11
Cangas del Narcea, Asturias
cierra domingos tardes y lunes
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