Hace unas semanas estaba hablando con un amigo de la manía de hacer panettone en casa y me contó su teoría de las «recetas con testosterona»: esas que se ponen de moda inexplicablemente y que tienen en común la ejecución difícil, el alto coste y la necesidad de reconocimiento.
Muy bien Anna, acabas de cagarla con la mitad de tus lectores.
Que no, que me parece bien que hagáis solomillos Wellington, panettone, roscón de tres días y todas esas cosas. Nadie ha dicho que la testosterona esté mal. Pero no me lo pidáis a mi, que no obstante todo eso de exhibir músculo no se me da bien.

Este plato era un clásico en casa, sencillo, muy gustoso, y acompañado de un buen trozo de pan y con una ensalada después era una comida completa -aunque igual ahora miraríamos con un poco de desconfianza tanta leche y tanto queso.
La cosa es que teniendo pechuga de pollo los demás ingredientes son de los que siempre hay en casa -al menos en una italiana- y al igual que las scaloppine al limone era una forma de preparar un principal sin complicaciones.

Estuve buscando la receta en la biblia de cocina de casa Mayer Quaroni, el Talismano, pero no la encontraba por ningún lado. Al final acabé preguntando en el grupo de whatsapp que tengo con mis padres, y…

Quizás no os traiga largas fermentaciones ni ingredientes exquisitos, pero sí vicisitudes familiares y recetas auténticas de los años del boom económico italiano!

En la receta casi no pongo cantidades porque la hago siempre a ojo -depende del grosor del pollo, del tamaño de la sartén, etcétera. Dejaos guiar por vuestro instinto, y añadid un poco más de queso. Y tened abundante pan a mano porque es imprescindible.

Ingredientes
- aceite de oliva virgen extra y/o mantequilla
- 600 g pechuga de pollo en filetes
- harina
- leche pasteurizada entera
- Parmigiano reggiano o Grana Padano
Elaboración paso a paso
- Enharinar ligeramente los filetes de pollo.
- En una sartén amplia calentar el aceite y si se puede añadir también un poco de mantequilla.
- Añadir los filetes y dorarlos por ambos lados (según el grosor del filete hará falta más o menos tiempo, pero no deben quedar hechos del todo, sólo sellados por fuera).
- Añadir la leche, que cubra justo la carne.
- Añadir el queso Grana o Parmigiano rallado, ¡abundante!
- Dejar que la salsa se vaya adensando a fuego medio-bajo. Es posible que se separe un poco, no es problema, quedará igual de rica. En el tiempo que se termina la salsa, la carne también debería haber llegado a punto, pero si tienes dudas controla en uno de los trozos más espesos.Controlar el punto de sal al final -la leche y el queso llevan mucha sal y es posible que sea suficiente sin necesidad de añadir más.
Pintaza, seguro que está de chuparse los dedos.