Aunque hay quien empieza el 6 de diciembre con San Nicoló, es Santa Lucia, el 13 de diciembre, quien empieza las fiestas invernales en Italia.
Mis compañeros de colegio la noche del 12 de diciembre dejaban un vaso de leche para santa Lucia y un poco de paja para su burro: a la mañana siguiente encontrarían unos regalitos o carbón. Yo les tenía mucha envidia porque en mi casa no se estilaba santa Lucia -pero a cambio el 6 de enero llegaba la Befana, con algo más que caramelos.
Santa Lucia es festejada en varias ciudades italianas y de formas muy distintas. En el Noreste -Friuli, Veneto, Trentino, Lombardia oriental y Emilia occidental- es una figura parecida a Papá Noel, el Niño Jesús, la Befana o los Reyes Magos, el Olentzero, el Apalpador o el Tió. Según este artículo del País todo viene de los Saturnales romanos, cuyo resumen es: es invierno, hay poco que hacer en el campo, descansemos y celebremos.
En Bergamo los niños van al Santuario de Santa Lucia para entregar su carta – uno de los tantos traumas infantiles, llevar tus deseos a una señora pequeñita en una urna de cristal estilo Blancanieves.

Al menos lo que ven es una estatua, porque si fuera el cuerpo incorrupto -que está en una iglesia de Venecia- tendrían sin duda pesadillas.

Afortunadamente la imagen que solíamos tener era de una chica, guapísima por supuesto, que iba por la noche en compañía de su burrito cargado de regalos.

En Trentino en vez del vaso de leche a Lucia dejan galletas con forma de burro y al burro un poco de sal gorda y harina de maíz. Además los niños hacen una especie de desfile donde además del rollo luces en la cabeza (que me suena más a imitación de la Santa Lucía escandinava que a tradición local) van arrastrando ristras de latas: esto se llama Strózega y en el vídeo podéis ver el característico entusiasmo y calor de los pueblos del norte de Italia:
Si el cuerpo incorrupto de la santa está en Venecia, su origen está en Sicilia, en la ciudad de Siracusa. La leyenda de su vida y martirio la podéis mirar en Wikipedia que para eso está. Es una de esas historias gore tan frecuentes en las hagiografías de los mártires cristianos: a Lucía (que es por supuesto virgen) el malvado romano de turno ordena llevarla a un prostíbulo para que fuera violada (idea curiosa, podrían haberla violado allí mismo digo yo). Entre cuatro mastuerzos no consiguen moverla -¡milagro, es la fuerza de la fe!. Luego deciden echarle aceite hirviendo, pero Lucía nanay, que seguía siendo cristiana y se mantuvo indemne.

Acabó decapitada (o con el cuello atravesado por una espada, sutil diferencia) y por eso es representada con un puñal en la garganta. Curiosamente no es la patrona del dolor de garganta pero sí de las afecciones a los ojos.

La imagen más común de Santa Lucía es efectivamente con un platito en la mano y sus ojos en él. Los más listos de vosotros habrán pensado «¡pero si tiene los ojos en la cara!». Listos, que sois listos: era una santa, ¡le volvieron a crecer! Y de un color distinto, al menos en esta estatua de Ragusa Ibla.
En Siracusa hay gran devoción por ella -cuando estuve allí el diciembre pasado no pude visitar su iglesia porque estaba cerrada. A saber qué maravilla de representación habría encontrado. Pero coleccioné unas cuantas más entre Catania y Caltagirone.

Esta -creo en Catania- lo tenía todo, para que nadie la confundiera con otra santa: los ojos (elegantemente colgados de un perchero de plata), el puñal en el cuello, el ramo de palmera y el libro -falta sólo la lámpara de aceite.
Para terminar este post, hablemos de comida, que a esto hemos venido.
En Puglia hay una galleta dedicada a los ojos de Santa Lucía, unos pequeños taralli glaseados, muy parecidos de aspecto a los melindres de Melide.
Pero es en Palermo donde quizás hay más tradición gastronómica relacionada con Santa Lucia. Este día no se puede comer ni pan ni pasta, o sea nada que lleve harina. La tradición viene de un supuesto milagro obrado por la Santa que en 1636 mandó un barco cargado de trigo poniendo fin así a una carestía: los habitantes de Palermo, hambrientos, no quisieron perder tiempo en sutilezas como moler el trigo y amasar el pan así que lo pusieron directamente en una olla a cocer. De ahí viene la Cuccía (pronunciación: cutchía) que en su versión dulce es una crema de ricotta dulce con chocolate, fruta escarchada y trigo cocido. Hay también versiones con crema pastelera o chocolate en lugar de la ricotta, y una versión salada que es sencillamente una sopa a base de trigo.
Pero como antes del postre hay que comer algo más, el 13 de diciembre en Palermo es ya oficialmente el Arancina Day -ya que la arancina es a base de arroz así que está permitido. Así que el día pasa entre una arancinaaburro y una arancinaacarne -así, todojunto- si nos quedamos en el clásico pero luego hay arancine para todos los gustos y de todos los sabores.
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