Estoy deseando que se ponga de moda la gubana. Aunque solo sea para ver cómo le quitan todos los frutos secos y la rellenan de cremas de chocolate, estropeándola.
La gubana de las fotos es una normalita, la Vogrig que se encuentra en cualquier supermercado. No está mal, pero las de horno son aún mejor -en mi último viaje a Pordenone las de medio kilo estaban a 15€.
¿Qué es la gubana?
La gubana es un dulce tradicional del Friuli Venezia Giulia: originario de la zona de Cividale del Friuli, en provincia de Udine pero muy al este, a menos de 10 kilómetros de la frontera con Eslovenia, debe mucho a la cocina balcánica. Lo primero, el nombre: «guba» quiere decir «arruga» (o doblez, según el diccionario que uses).
Es familia de los dulces enrollados austrohúngaros como el strudel, el presnitz, la putizza y podemos llegar quizás hasta el babka -y a los españoles os diría que también hay algo de la ensaimada: una masa tipo brioche que se estira, se recubre de frutos secos y fruta escarchada remojados en ron, y que se enrolla a lo largo, formando un largo tubo, que a su vez se enrolla en espiral.
El resultado es una masa crecida, de sabor algo neutro y a veces un poco seca. Está todo pensado: la gubana se suele tomar acompañada por un vasito de grappa o de slivovitz (un aguardiente de ciruelas que ¡oh qué recuerdos!). El aguardiente se echaba directamente al trozo de dulce -sospecho que esto pasaba más cuando las gubanas que llegaban estaban un poco viejas, y las de hoy, hechas en horno, estarán bien jugosas. Así que la grappa, al lado.
Si hay que traerla a España, yo veo una gubana en versión asturgalaica: con relleno de nueces y acompañada por orujo. Confío en que los de Manín serán capaces de hacerlo.
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