«Corbezzoli!» es una exclamación italiana que se usa igual que ¡Cataplines! Una forma ligeramente anticuada de expresar estupor, que tiene poco que ver con los madroños.
Según la Treccani la expresión «Corbezzoli!» no es el plural de corbezzolo (madroño), sino un eufemismo de «corbelli!» que a su vez es una alteración de coglione (cojón, collon, carallo), forma común de indicar a alguien imbécil, o al plural de expresar sorpresa.
Pero hoy quería hablar de miel de corbezzolo-madroño, el de verdad. Hasta llegar a Madrid, donde viví entre 1998 y 2004, ni sabía que el madroño era algo real, y tardé unos años más, en uno de nuestros primeros viajes por Extremadura en 2013, en probar un fruto. Más tiempo aún tardé en descubrir la miel de madroño.
La miel de madroño es muy característica: de sabor muy amargo y con un punto salado, en Italia se considera la última miel que producen las abejas antes del descanso invernal. En casa suelo tener un bote de miel de madroño de Cerdeña: me dura años, porque tiene un sabor tan particular que no sale fácilmente en tostadas. Un poco junto a unas verduras, unos quesos (que comemos poco), algo dulce al que se quiera dar un contrapunte amargo. Suele ser muy cara: la italiana, en botes de 250 gramos, va por los 9 euros. La de la foto la pagué 14€ en una tienda de Pordenone, supongo que por ser Thun más exclusivos. Me consta que se produce también en España aunque nunca la haya encontrado. La que veo on line es muy distinta a la italiana, no sé qué diferencias puede haber en la producción: la italiana siempre es muy clara y opaca, mientras que las imágenes que veo de las mieles de madroño española son mieles muy oscuras y a veces transparentes. Si tenéis curiosidad, he visto que la tienen Jalea de luz, La Puela, Abellaires Empordanesos, Miel Antonio Simón, Mel i Salut, La Mieleria.
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