En diciembre saqué en El Comidista esta tarta de alcachofas, una torta de carciofi vegetariana que debería gustar a casi todo el mundo. Un respeto para el colectivo antialcachofista.
Si has hecho mi Pasqualina, esta receta te resultará familiar. La masa es la misma: una pasta matta («masa loca») que es como se llama en Italia esta sencilla masa de harina, agua y aceite de oliva. Hay quien le añade también vino blanco, lo que la distingue es que no es fermentada y necesita poco reposo, el justo para que, después de haberla estresado al amasarla, se relaje y se deje extender muy fina. Se usa para entendernos como una masa fillo, aunque es mucho más tosca: se estira en muchas capas, pintadas con aceite de oliva, y conseguimos muchas capas bien cocinadas. No recomiendo no separar la masa: quiero decir, si para la base uso tres hojas de 80 gramos, no es el caso de ahorrar tiempo y usar una hoja de 240 gramos. La masa no es fermentada y en el horno quedará demasiado dura o desagradable.
Estirar 5 o 6 hojas (para la base y para cubrir) puede parecer tedioso, pero después de la primera vez le cogerás el tranquillo, y de verdad que la masa es superfácil de amasar. El resultado final es sabroso y ligero, mucho mejor que un hojaldre comprado y más fácil y ligero que una masa de pan.
El relleno también se parece mucho a la pasqualina, aunque es aún más simple: solo alcachofas cocinadas y queso fresco. Ricotta mejor, si la encuentras (no la de Mercadona por favor, que es un engendro inexplicable: mejor su requesón), pero si no, que eso no te pare, usa un queso fresco incluso tipo Burgos. La decoración ya es cosa de cada uno, yo me atreví a hacer unas rosetas con las tiras que sobraban de borde.
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