Alrededor de una visita de trabajo de Jorge hemos organizado tres días en Madrid -una ciudad a la que no vamos mucho, juntos, porque Jorge suele escribir más de sitios fuera de las capitales, y para visitar sitios italianos prefiero ir yo sola (como en febrero y junio de 2022, y octubre de 2024). Un poco a la ventura, con pocas cosas fijadas: una obra de teatro, un restaurante, y un mapa lleno de chinchetas.
Mucha cocina asiática, nada novedoso sino sitios que nos apetecían y encajaban por oferta / zona / precio, porque nos gusta y porque es algo que no tenemos mucho en nuestra zona:



Como la de Nunuka, bistró de cocina georgiana -consideramos Georgia en parte asiática, aunque su cocina me resultó muy familiar. Verdura, ácidos, amargos, hierbas aromáticas. Las berenjenas – Badrijani Nigvzit, hay receta de Alfonso Martín en el Comidista!- rellenas de una pasta de nueces, en el fondo una salsa de leche de coco y almendras. La ensalada de judías verdes – Mtsvane lobio imerulad- con un aliño de aceite de semillas de girasol tostadas, y los khinkali, pasta rellena auto-salseante, que dentro lleva la salsa y el caldo. Para la próxima, está bien saber que los cierre de arriba no se comen. La comida me gustó realmente mucho y volvería ahora mismo a probar más platos. Cuatro platos, un postre, agua, 77 euros. Nunuka, C. de la Libertad, 13, Madrid. Mapa + Carta + Instagram



Algo más clásico, en Jardín de los Duques, el restaurante anexo al hotel Palacio de los Duques con Manu Arenilla en cocina. La propuesta se podría definir como ¿clásico español?, ideal para un turista que quiera probar en un entorno seguro, pero sobre todo cuando se pueda comer en el jardín tampoco está mal para locales. Croquetas muy ricas, unas cocochas melosas, y mucho donde elegir en la carta entre casquería, pescados, carnes. Aún sueño con el postre de sabayón. Ticket medio 40€ más bebidas. Jardín de los Duques, C. de la Bola, 6, Madrid. Mapa + Instagram + Carta



Lo bueno de ser «señora de» es poder probar cocina como la de Arnanz, el restaurante abierto hace poquísimo por Rubén Arnanz. Cocina castellana, y no es lo que estás pensando. Platos esenciales, ingredientes escuetos, sabores que vienen del campo o del bosque. Una cocina que me gusta mucho, en platos-no-platos como el sofrito eterno (un sofrito que se empezó el primer día de cocina, y que se va alimentando día tras día), o la presa ibérica curada en cera o pimentón. Y los cereales, algo practicamente desaparecido de las cartas españolas, si no contamos el arroz. En este caso trigo sarraceno, con ajos y trufas, que acompañaba un magret de pato tierno. El menú es cerrado, cambia a menudo y por eso no está publicado, y cuesta 160€ más bebidas. Arnanz, P.º de la Castellana, 23, Madrid. Mapa + Instagram



Volvimos a mi barrio (yo viví en Lavapiés desde 1998 hasta 2004) para cenar después del teatro en un pequeño local vietnamita, el Tam Coc en la calle Mira el Sol. Muy sencillo. MUY sencillo. Compartimos un bun dau phu, ensalada templada con tofu, unos gỏi cuốn, rollitos fríos con gambón y salsa de ostra, y un mi xao bo, wok de fideos con ternera. Con cerveza vietnamita, 44 euros. Tam Coc, C. de Mira el Sol, 2, Madrid. Mapa + Instagram + Carta



No podía faltar algo chino. Los panepanners pro tenemos la suerte de tener a Rodrigo entre nosotros. La mujer de Rodrigo es china y así nos va poniendo al día de qué hay de interesante por la ciudad. Esta vez queríamos algo de Sichuan, y fuimos, siguiendo sus recomendaciones, a 四川饭店-Restaurante de Sichuan. Quería probar el mapo tofu, para poder compararlo con el que suelo tomar en Santiago (distinto, con más carne, muy sabroso -aunque el compostelano no sale mal de la compraración), y después un pollo ban-ban (es cocido y luego servido con salsa picante: atención porque pica de verdad) y un fu-qi-fei-pian, carne de ternera, lengua y callos, todo loncheado y marinado en frío con salsa picante y cacahuetes. Todo delicioso, servicio rápido, no puedo pedir más (bueno, sí, ir a comer con Rodrigo y su mujer). Estos platos, con dos boles de arroz y un agua grande, 34 euros. 四川饭店-Restaurante de Sichuan, C. del Caballero de Gracia, 8, Madrid. Mapa + Instagram + Carta



Para acabar el viaje, un bocadillo de Casabase para llevarnos en el tren. No compré salame, no, porque ya llevaba algo de embutido en el bocadillo (yo soy de Vincent Vega) pero sí me llevé un botecito de la salvia semifresca porque tenía que comprobar en primera persona de que realmente funcionaba igual de bien, y sí. Se vinieron conmigo también unos tortellini que hice a la panna y próximamente publico aquí. Por cierto, justo hoy ha salido en el Comidista un artículo mío sobre Cinco tiendas de comida de barrio que nos hacen más felices. Casabase, Calle de Núñez de Balboa, 34, Madrid. Mapa + Instagram



Ha habido sitio para cafés & co. Un café esencial en Acid Coffee, un delicioso roll de canela en Alma Nomad (¿hay algo que hagan mal esos dos?), y cafés para hacer tiempo en Friends in Common y en Círculo Coffee Studio (aquí es donde vi moler el café en molino manual, desconozco la razón, si alguien me puede iluminar lo agradezco). Todos cafés ricos, con precios (para el espresso simple) entre 2,40€ y 3€.



Otra recomendación de Rodrigo, el Flora Tea en Santo Domingo. No bubble tea -no me encantan las perlas de tapioca- sino sencillamente té con leche de soja. Cómo se ha disparado la oferta china en Madrid! Restaurantes, alimentación, té -y quedándome solo en el ámbito gastronómico! Volviendo al té, se puede elegir entre tres tés distintos (había oolong, rojo y verde), sencillo o aromatizado (melocotón, jazmín, flor de osmanto que no tengo idea de qué es) y el paso siguiente es decidir a qué temperatura se quiere (caliente, del tiempo, con mucho hielo) y con cuánto azúcar. Hay muchas más opciones, y ahora tendré que ir a los sitios de bubble tea de Santiago a ver si hay algo parecido. Me encantó, en su sencillez de té con leche. Una alternativa a un refresco, mucho más saludable. Flora Tea, Calle de Silva, 2, Centro, 28013 Madrid. Mapa + Instagram



A finales de enero conseguí dos de las últimas entradas para ver Historia de una escalera en el Teatro Español. Arriba arriba, prácticamente encima del escenario, pero pudimos disfrutar de la obra plenamente. Descubro el teatro tarde, pero mejor ahora que nunca, no?



Improvisando, para repararnos de la lluvia, entramos en la Casa de Correos. La última vez que había entrado ahí ¡aún era la sede de Correos!



¿Y qué más? Una visita a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, a los Goyas de la ermita de San Antonio de la Florida y al Reina Sofia, muy cambiado también desde la última vez que lo vi (que puede haber sido en 2001). La foto al Guernica no es descontada: esa clase de primaria acababa de llegar, y unos segundos antes había escuchado una niña susurrarle a otra: «¡Oh! Ese es el cuadro que quería ver!».
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