Limpiar los calabacines y cortarlos en láminas finas. Lo ideal sería que fueran calabacines pequeños, de no más de 4 cm de diámetro. Si son más grandes yo a veces opto por cortarlos a la mitad a lo largo, y luego en láminas finas.
En una sartén amplia calentar el aceite de oliva y la mantequilla (también se puede decidir hacer sólo aceite de oliva...) y sofreír a fuego suave el ajo picado.
Añadir los calabacines y dejar sofreír, siempre a fuego suave, unos 5 minutos, mezclando de vez en cuando.
Añadir la passata y el queso rallado, mezclar, salpimentar y cubrir. Dejar cocinar unos 20 minutos, mezclando a veces sobre todo para controlar que no se peguen al fondo. Si fuera necesario se puede añadir un poco de agua caliente.
Al final, justo antes de servir, añadir el perejil picado.